Después de dos días de reflexión tras el clásico Barça vs Madrid y la entrada del año nuevo, no salgo todavía de mi asombro ante la complacencia que se produjo tras la derrota del Madrid en el Palau. Fueron muchos, no todos lógicamente, los artículos o crónicas que leí referentes al clásico y en su inmensa mayoría no daban mucha importancia a la derrota del Madrid, es más, la veían que entraba dentro de la lógica. E incluso la corriente mostrada por la mayoría de los seguidores del equipo iba en la misma línea, ¿sintomático?... Juzguen ustedes mismos.
Es cierto, la derrota entraba dentro de la lógica, pues el Barça es un grandísimo equipo y además un campeón herido, pero no se puede concebir que en un equipo como Real Madrid entre en sus cábalas el perder de antemano en el Palau y no darle la más mínima importancia. “Es igual, el partido no tenía mucha importancia, siguen lideres y cuando esté algo en juego seguro que la historia será bien distinta”. Es una de las afirmaciones que más he podido llegar a leer. Otras igual de injustificables: “14-1 asegura o casi, el liderato al final de la fase regular, además el Barça estaba más necesitado de la victoria… Es lógico que no se diera el 100%”…”
Pero, ¿y si llegado el momento de la verdad se vuelve a producir el mismo resultado?, ¿Qué se dirá entonces?. ¿Y si costará muy caro el exceso de confianza que pudiera producir la ventaja campo en una hipotética final?, es decir, el mismo exceso de confianza que se mostró desde todos los ámbitos tras perder.
Bajo mi punto de vista la expedición del Real Madrid cayó en el error de no dar un golpe de autoridad en toda regla en el Palau, un golpe que de haberse producido podría haber tenido alcances psicológicos para lo que resta de temporada, y no solo en el Barça sino en el resto de los equipos. De haber ganado se podría haber empezado a hablar de ‘miedo escénico’, aquel que acuñó en su día Jorge Valdano para el fútbol, pero en lugar de eso se vio un equipo que a veces no muestra el hambre que se le presupone.
El Madrid salió “sin deseo de ir a por el partido, sin intensidad y agresividad” palabras que fueron pronunciadas por el propio Laso tras el partido y que desde mi parecer separan a un equipo campeón de un gran equipo, de un equipo que quiere ‘robarle’ al otro la condición de campeón para hacerla suya por civil o lo criminal si hace falta, de otro que se conforma con ganar otro día… el día que haya algo importante en juego, pero que quizás llegado ese día no se esté preparado por la complacencia y beneplácito de todos.
El Barça o más bien Navarro mostró el hambre de un equipo que aún no ha ganado nada o casi nada, y por el contrario el Madrid el hastío de una plantilla que está harta de ganar y no encuentra ya casi ningún reto para motivarse, solo la de un título de por medio. Pero, ¿no debería de ser al revés?.
Otra de las preguntas que me vienen a la cabeza es, ¿Qué hubiese hecho el Barça en caso de que las tornas hubiesen sido contrarias?... Casi todos coincidiremos en la respuesta, y es ahí donde el Madrid tiene aplicarse para aprobar esa asignatura que aún tiene pendiente, ‘Oler la sangre y matar, deportivamente hablando, a tu rival’.
Seguramente todo lo escrito solo sean pensamientos de un loco que le da mucha importancia a no perder ni en las chapas y el partido como todos apuntan no tengan tanta trascendencia... Perdonenme pues, pero desde muy pequeño aprendí o comprobé que el Real Madrid siempre está obligado a tener mentalidad ganadora en cualquier situación o circunstancia, y que la complacencia había que dejarlas para otros equipos.
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