No solo existieron, existen o existirán “jugones o cracks” en una cancha de baloncesto o en un campo de fútbol. Andrés Montes fue la prueba fehaciente de que también existió “a soul man” de la narración, y que por suerte, muchos amantes del baloncesto tuvimos el privilegio de degustar y paladear en cada segundo de sus narraciones en aquellas horas tan intempestivas de la madrugada.
Andrés sentó cátedra con cada una de sus retransmisiones en los partidos de la NBA y de nuestros ÑBA, e hizo de su voz un sello único e irrepetible que iba asociado a la marca “baloncesto” en este país. Cuando él cogía ‘su fusil’ para narrar todo lo demás no importaba ni el más mínimo ápice. No importaba que el partido fuera soporífero, que fueran las tres, las cuatro o las cinco de la madrugada de un día laboral, que jugaran dos equipos NBA de escaso interés… solo importaba su inventiva con la que no dejaba de sorprendernos y hacernos ‘querer la motocicleta’ partido tras partido.
Y es que todo en Andrés resultaba único y genuino, desde sus orígenes “Galicia calidade” y cubanos, hasta su peculiaridad a la hora de escoger sus corbatas/pajaritas y camisas que hacían de él “el pulcro, el aseado” comentarista. Pero detrás de este virtuoso de la creatividad narrativa, nos encontramos con un hombre que vivió una infancia un tanto dura, ya que su madre lo dejó a cargo de un ama de cría mientras ella recorría el mundo tocando el piano. Y tal fue el sentimiento de afecto alcanzado por Andrés con Lore –su cuidadora-, que en su adolescencia rechazó a su madre, para seguir junto a Lore a la que él consideraba su única madre. Además también se topó con el racismo de los años sesenta. No fue nada fácil crecer en aquella época en pleno Madrid, puesto que en muchas ocasiones nadie quería sentarse a su lado en el autobús por el mero hecho de ser de color.
Todo aquello no hizo sino forjar la leyenda que posteriormente todos conocimos, la leyenda de “el último emperador” de la narración. Un emperador que convertía la noche en día en jornada de partido NBA y que hacía de nuestras ojeras una prueba irrefutable en clase o en el trabajo de que habíamos trasnochado. La “melodía de seducción” con la que nos embrujaba era por todos conocida, junto a su inseparable pareja de baile Daimiel. Todo era realmente interesante, desde ‘crónica en rosa’ Daimiel, con sus estadísticas y anécdotas de casi todos los jugadores, hasta los ‘ratatatatata’ o ‘brrrrrrrrrrrrrrr’ con los que despertaba algún que otro que le vencía el sueño.
Pero al igual que todos los ‘etiquetas negras’, Montes tuvo un hombre que apostó por él o que le ayudó a llegar al estrellato absoluto. Sin la apuesta decidida de Alfredo Relaño, entonces director de deportes de Canal Plus, nada de lo que vivimos posteriormente hubiese sido posible. Relaño necesitaba un ‘bailarín del claqué de Cotton Club’ que le pusiese la voz a ese producto tal excepcional como era por aquel entonces la NBA, así que en un viaje relámpago a Toledo el acuerdo afortunadamente llegó para todos los amantes del basket.
Y es que Andrés no era un comentarista cualquiera, por mucho que quisiera jamás podría pasar desapercibido con su gran número de pajaritas o camisas siendo un autentico ‘Rodolfo Valentino’, así como por su peculiaridad detrás de un micrófono. Todo parecía estar hilvanado al milímetro para que él fuera “el hombre del mambo” y nos sorprendería a bordo “del vuelo número 23” con cada jugada del partido.
Pero no solo ‘hizo lo que quiso, como quiso y cuando le dio la gana detrás de un micro según el artículo 34 del estado de Florida’, sino que además se atrevió con un cameo en el mundo del cine demostrando ser ‘multiusos Montes’ en 2004. En Isi/Disi hacía de entrenador y solicitaba un tiempo muerto que nunca mejor dicho fue ‘Tiempo de Montes, tiempo de Killer’.
Tras su paso por Canal Plus en 2006 firmó por la Sexta para retransmitir los partidos de la liga española de fútbol, donde una vez más sentó cátedra haciendo de sus retransmisiones futbolísticas ‘hilos de seda’, y de la selección española de baloncesto cada verano en la que nos dejaba con la boca abierta con una expresión de ‘Oh là là’.
Entre medias de esa nueva aventura, en 2008, y también en La Sexta, demostró tener una voz para todo con “albañilería, fontanería, electricidad, 24 horas a su servicio, Montes asociados’ al retransmitir un programa de wrestling llamado Power Catch.
Luego, llegaría el 20 de septiembre de 2009, y tras ganar España el oro de Polonia anunciaba que dejaba La Sexta con la mítica frase ‘la vida puede ser maravillosa’, si bien es cierto que dejaría de ser tan maravillosa unas semanas después ante el triste y trágico suceso que nos depararía este ‘Dios vestido de comentarista’.
El 16 de octubre de ese mismo año su pareja encontró su cuerpo sin vida, porque desgraciadamente su corazón había dejado de bombear su sangre al ritmo del ‘tiki taka’, en lo que se denominó un infartó de miocardio, y dejando huérfano al deporte de la canasta como el paso del tiempo se ha encargado de demostrar dejando bien claro que solo él fue ‘Only youuuuuuu’ de las retransmisiones.
Y por último decir o mencionar la verdadera historia que Andrés, a buen seguro por modestia, nunca quiso revelar: “El oro no estaba en Moscú, ni en Polonia, estaba en nuestras casas, en nuestros televisores al oír tus narraciones”.
Me ha emocionado el artículo bastante pues yo era (soy) bastante de Andrés Montes pero la última frase esconde el verdadero significado de todo lo que supuso Andrés en nuestras vidas.
ResponderEliminarMuchas gracias
Fran yo también era y soy muy fan de Andrés
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario
Que gran artículo Juanpe otra vez nos has vuelto a recordar momentos inolvidables. Para todos nosotros Andrés será siempre un jugón!!! Una persona irrepetible
ResponderEliminarMuchas gracias amigo!!!
EliminarRelaño lo único que hizo fue apostar por algo que ya conocía.Para toda una generación,el éxito de la plata de Los Ángeles supuso descubrir de repente en la radio deportiva, especialmente los sábados por la tarde, los carruseles de partidos de baloncesto en vez de de fútbol. Y en eso, Antena Tres Radio tuvo mucho que ver. Y fue José María García, (que no goza de mis simpatías, pero al César lo que es del César), el que le dio las retransmisiones de baloncesto a Andrés Montes y Siro López. Para los que los disfrutamos eran una pareja inseparable, por mucho que luego sus destinos dejasen de correr paralelos, por mucho que en esa época las cosas empezasen a irle mejor al Barça que al Madrid en ACB y Copa de Europa.Nosotros, los de esa generación, perdimos a Montes temporalmente desde la desaparición de Antena Tres Radio, hasta que en el 95 apareció en la tele y muchos, que considerábamos su voz y la de Siro como la de unos miembros más de nuestra familia, de repente le vimos la cara y nos llevamos el sorpresón.Así que me suelen parecer incompletos, (aunque suelen ser mayoría) los elogios al Montes televisivo, al del Tiki-taka y el fútbol con fatatas, que olvidan al Montes que unos años antes nos había enseñado eso de "no es un número de teléfono, es el marcador en el Palacio de Deportes de la comunidad de Madrid". Espero haber subsanado eso un poco.
ResponderEliminarEn primer lugar ¡un millón de gracias por tu gran aportación!
EliminarPor edad, no llegué a conocer esa parte radiofónica que comentas de Andrés. Cuando me puse en su día a redactar a este artículo-homenaje sobre su figura no encontré nada sobre lo comentas en la red. Para mi Andrés era totalmente desconocido hasta su llegada a Canal+ para retransmitir la NBA.
Por supuesto que has subsanado al 100% esa laguna de mi artículo... Un saludo!