Tal día como hoy de
2001 los amantes del baloncesto estábamos de enhorabuena, Michael Jordan
anunciaba su segundo retorno a las pistas bajo el lema “por amor al juego”.
Aunque esta vez no vestiría la camiseta de los Bulls, defendería los colores de
los Washington Wizards y el sueldo que cobraría como veterano, un millón de
dólares, lo donó íntegramente a las víctimas del terrible atentado de las
torres gemelas.
Lógicamente no pudimos
ver al mismo Michael de siempre, en esta ocasión la inteligencia predominaba
sobre el físico, y con eso le bastó para sobrevivir en una liga bien distinta a
la que él había dominado. En tan solo dos años la NBA se había convertido en
una liga mucho más física dejando en un segundo plano la calidad/talento.
Sin embargo Jordan
demostró que la magia no se apaga a los 40 ni mucho menos, y dejó unos promedios
que ya hubiesen querido para sí muchos jóvenes con 22,9 puntos, 5,2 rebotes y
1,42 robos, además de firmar algún que otro récord histórico...
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