Hubo un antes y un
después el día que el TAU perdió ese nombre señorial en pro de otros
patrocinadores, ese día el club empezó su lenta pero inexorable cuesta abajo.
¿Casualidad? Seguro que sí, ya que un simple nombre no debe cambiar nada en
absoluto en un club que fue un ejemplo modélico de gestión (aún lo sigue
siendo) y deportivo. Año sí y año también ese Tau nos maravillaba con sus
fichajes, en algunos casos semi desconocidos y en otros no tanto, y que daban
no solo un rendimiento superlativo sino que además se impregnaban de la idiosincrasia
del club hasta la medula.
Esa esencia con la que
se empapaban los jugadores era una filosofía de club y a la vez un sentimiento
llamado “Carácter Baskonia”, que era transmitido de ‘generación a generación’. A
pesar de las salidas años tras año, siempre había un núcleo jugadores (cuatro o
cinco) que se encargaban de inculcar esa doctrina a los nuevos para que nunca
llegase a quedarse huérfana y por tanto no perder la identidad deportiva e
institucional.
Pero desgraciadamente
llegó el día en que esos grandes valores dejaron de ser instruidos a los nuevos
por culpa de la crisis económica que dejó desamparado no solo al Tau, si no a
la mayor parte de las instituciones deportivas y había que reinventarse. Mal
negocio sin duda, puesto que ese toro pilló desprevenido incluso a un club que
siempre había ido un paso por delante de todos y tocaba desangrarse
deportivamente para seguir respirando económicamente, aunque el precio a pagar
fueran los resultados deportivos e incluso no sacar a relucir el ‘Carácter Baskonia’ que le hacía competir de tú a tú en cualquier situación y ante
cualquier rival.
Poco a poco Querejeta
se vio obligado a vender a sus mejores jugadores llegando al punto de
quitárselos de encima gratis con tal de sobrevivir financieramente hablando y
cuadrar el presupuesto obviando que el ‘aroma Baskonia’ se estaba perdiendo con
cada traspaso de jugadores emblemáticos o importantes dentro del organigrama
del equipo, sin encontrar los recambios idóneos para cada salida o si, puesto
que a lo mejor solo les faltaba tener unos padrinos que les inculcarán la ‘fe baskonista’
para entender mejor lo que se esperaba de ellos.
El culpable principal
de todo eso es achacable al dinero, ese señor que es tan preciso como hijo de
puta y que hace que sea la excusa perfecta cuando todo va mal y el vanaglorio
cuando todo va como la seda: “Sin llegar
a tener el presupuesto de menganito o zutanito estamos compitiendo de tú a tú…”
o “No podemos luchar con los grandes
porque nos faltan apoyos económicos y por tanto no tenemos el presupuesto
adecuado para soñar con algún que otro título”.
La última gran alegría
llegó de la mano de los Huertas, San Emeterio, Teletovic… en una liga que se
ganó por echar más cojones que el rival si nos atenemos a las palabras de Tiago
Splitter tras endosarle un 3-0 al Barça. Aunque no solo con eso se llegó a
conquistar la ACB, obvio, se ganó por calidad y por el intangible ‘Carácter Baskonia’, ese mismo que los protagonistas de aquel título habían mamado de los
Prigioni, Nocioni, Scola, etc…
Llegados a ese clímax
la cuesta abajo fue paulatina y progresiva, y vendiendo aquello de la
refundación (¿cortina de humo?) no se ha sabido reinventarse aún por tropezar
una y otra vez con fichajes que no han estado a la altura de las circunstancias
bajo la excusa de cuadrar números o más bien porque la mina de oro sudamericana
se había agotado y no había más lingotes de oro para importar desde esa galería,
con lo cual los trucos de magia de los scoutings empezaban a escasear por no
ser previsores en los tiempos de bonanza y potenciar la cantera para cuando
viniesen los tiempos de sequía, uno de los mejores salvavidas cuando toca
reinventarse y que en parte hubiesen cubierto el vacío de la doctrina
baskonista.
Todos esos pequeños
males resumidos muy a la ligera (y algunos que se me habrán escapado) han
desembocado esta temporada con el fichaje de un puñado de ‘mercenarios’ (perdón
por la expresión, ni mucho menos es despectiva,
más bien expresan que esos jugadores jamás sentirán el baskonismo por
sus venas) a los que les costará entender la filosofía del club porque no queda
casi ningún ‘pastor’ que les predique la doctrina baskonista y por tanto
interpretan que están en otro equipo más, hasta el punto de dejarse llevar y
cosechar un deshonroso 0-3 que hace peligrar la Copa al ser cada vez menor el
margen de error para estar en la cita de Canarias.
Si a la poca actitud
mostrada hasta ahora le sumamos la llegada de ochos jugadores (todos foráneos)
más entrenador nuevo se juntan “el
hambre con las ganas de comer’”, que no hacen sino complicar más el panorama
para un club que siempre estaba en la cresta de la ola y que a día de hoy vive
sus horas más bajas, siendo lo más triste de todo no atisbársele a corto plazo
síntomas de recuperación no solo deportivos, que a fin de cuentas puede ser
sencillo, sino de ‘TAU’… Ese TAU que nunca debió perderse por el camino y que
desgraciadamente se descarriló en algún trayecto del mismo.
0 comments :
Publicar un comentario