Reggie Miller fue uno
de los mejores ‘asesinos’ baloncestísticos que la NBA albergó durante 18
temporadas (1987-2005) gracias a su excelsa muñeca y su cualidad de clutch
player. Cuando estaba sobre la pista el último cuarto le tenía como dueño
absoluto llegando a desquiciar a sus rivales con su instinto homicida y su ‘trash
talking’.
Su mecánica de tiro
rozaba la perfección gracias a su hermana con la que jugó infinidad de uno
contra uno en su infancia, y de ahí que sus tiros siempre fuesen acompañados de
un amplio arco, para impedir ser taponado por ella.
A lo largo de su
carrera promedió 18,5 puntos con unos porcentajes de tiro solo al alcance de
los más excelentes tiradores: 47,1% en tiros de campo, 39,3 en tiros de tres y
88,8% en tiros libres. Números que no le sirvieron para conseguir el tan
ansiado anillo y pasar a formar parte de ese ‘maldito’ grupo de grandes
jugadores sin título NBA.
Miller desarrolló toda
su carrera en los Indiana Pacers y dejó infinidad de actuaciones memorables
como la que hoy nos atañe. El 28 de noviembre de 1992 anotó la friolera de 57
puntos (16/29 TC, 21/23 T1), cifra que le hace poseedor del récord absoluto de
la franquicia, añadiendo 5 rebotes y 8 asistencias en 38 minutos en la victoria
de su equipo sobre los Hornets por 134-122.
Aquel duelo enfrentó a
dos equipos que llegaban prácticamente con el mismo balance de victorias/derrotas:
Hornets (7-6) y Pacers (6-6), y a dos de las mejores franquicias del Este de
aquella época. Solo hay que echar un vistazo a las estadísticas para ver cuanta
calidad reunían ambos conjuntos: Schrempf (25 puntos), Pooh Richardson (14
puntos, 10 rebotes y 11 asistencias), Larry Johnson (15 puntos y 11 rebotes),
Muggsy Bogues (13 puntos, 8 asistencias y 4 robos), Alonzo Mourning (30 puntos,
8 rebotes y 5 tapones), Dell Curry (21 puntos)…
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