Drazen Petrovic es sin
lugar a dudas uno de los mejores jugadores europeos de la historia del basket,
llegando a ser un tanto generoso con el resto que comparten ese ranking con él,
puesto que muchos consideramos que es el mejor de todos los tiempos cuya
carrera se vio truncada un maldito 7 de junio de 1993.
Antes de ese perverso
día, Drazen nos ofreció partido tras partido auténticos clinics de baloncesto, anotando
sin parar desde cualquier posición y aupando a su equipo a la victoria con su
gran espíritu indomable y ganador, incluso en la dorada época de la NBA donde
le costó sangre, sudor y lagrimas demostrar su gran talento.
Sin lugar a dudas el 24
de enero de 1993 podría decirse que fue el mejor partido del ‘Mozart del
Baloncesto’ en la NBA, y fue ante los Houston Rockets de Hakeem Olajuwon, uno
de los mejores pívots de la historia del baloncesto.
Era la segunda
temporada de Petrovic en los Nets, en la que promedió 22,3 puntos y que no le
valieron para jugar el All-Star Game, en una decisión totalmente injusta y que
provocó que fuera el único jugador no seleccionado para el partido de las
estrellas estando entre los mejores quince anotadores de la liga. Aunque su
gran temporada le fue reconocida al ser seleccionado en el tercer mejor
quinteto de la liga.
El escenario en el que
Drazen consiguió su mejor anotación en la NBA fue el ‘Izod Center’ de New Jersey
ante 13.136 espectadores, que vivieron in situ el ‘show’ Petrovic. Con su
desparpajo habitual el ‘3’ de los Nets cogió las riendas del partido desde el
inicio con más de un punto por minuto, para finalizar con 44 puntos (14/20 T2,
3/3 T3, 7/7 T1), 4 asistencias y un robo en 41 minutos de juego, en la victoria de los Nets por 100-83 ante los Rockets.
Pero si por algo será
recordado eternamente este partido es por la jugada en la que Drazen, echando
mano de sus exquisitos fundamentos, mareo a Olajuwon de tal manera que este
acabó buscando el balón en el lugar equivocado y viendo como el Genio de
Sibenik anotaba con total parsimonia.
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