De Arvydas Sabonis a
Andrés ‘El Chapu’ Nocioni. Han tenido que transcurrir dos décadas para que el
Real Madrid se proclame de nuevo campeón de Europa dándose la curiosa
circunstancia que sea de nuevo un jugador interior quien le lleve a lo más alto
como hizo el Zar lituano y ante el mismo rival que en 1995.
“No
haber jugado una Final Four era una situación pendiente en mi carrera. Venía a
esto, os lo dije que venía a esto carajo” declaraba emocionado
El Chapu instantes después de conseguir el título y de ser nombrado MVP de la
Final Four gracias a sus 12 puntos, 6,5 rebotes, 1,5 asistencias y 1,5 tapones
para 18 de valoración. Y es que Andrés, todo garra y pundonor, había llegado al
Madrid precisamente para eso, jugar finales y aportar ese punto de
competitividad y mala leche que le faltaba al Madrid.
Pero no sería justo
ensalzar solo la figura del Chapu. Por ejemplo, Maciulis, ese jugador
silencioso que cumple a la perfección con lo demandando por su entrenador y el
partido, jugó un segundo cuarto fantástico aportando nueve puntos (con dos
triples) que dieron muchísimo oxigeno al Madrid. Y no me he olvidado del
pequeño jugón Carroll, luego tendrá su turno de exaltación.
En mis casi 37 años de
edad no recuerdo un equipo que compita tan bien como Olympiakos. Roles
definidos, todos a una en defensa, competitividad llevaba hasta extremos
insospechados. Ganen o pierdan, lo hacen todo correcto, y eso es digno de
mención en un deporte de equipo como este en el que muchos piensan que hacen
falta muchos euros para llegar a la gloria.
Y en cuanto al Madrid
hizo lo que en otras ocasiones le faltó para llevarse la Euroliga, igualar el
nivel físico de su rival, aspecto muy difícil porque los griegos son maestros
en esas lindes. Hubo momentos en los que Spanoulis y su tropa se dedicaron a
repartir estopa a diestro y siniestro con el beneplácito del trío arbitral, porque
sencillamente son sabedores que no les pitarán ni la mitad.
El Madrid, que por
momentos superó a duras penas el 30% en tiros de dos, prueba inequívoca de su
poca clarividencia ofensiva con 16 pérdidas de balón, vivió de su mejor arma,
el triple (13/30) y del rebote, esa asignatura pendiente en tantas otras
ocasiones pero que en el día de mayor exigencia se puso el mono de faena (40 vs
25, con 12 rechaces ofensivos).
La diferencia estuvo en
la línea de personal. Los blancos solo se dejaron dos tiros por el camino
(11/13) y los griegos catorce (12/26), y eso en una final tan ajustada como
esta es mortal de necesidad. Además al Madrid se le dio bastante bien los
cuartos pares (20 vs 9 / 25 vs 13).
El guión que tenía
preestablecido Laso se le vino abajo cuando Ayón cometido su segunda falta
cuando apenas habían transcurrido dos minutos del primer cuarto y tuvo que
tirar de todos sus interiores en ese periodo para tapar esa fuga de agua sin
conseguirlo. Después de eso el mexicano nunca encontró su sitio sobre la pista,
pero si el Chapu que campó a sus anchas cuando demandaba el guión.
Aunque lo que se dice
campar, campar no es del todo correcto porque si Carroll (16 ptos con 2/2 T2 y
4/5 T3) no hubiese sacado a relucir su fusil cuando Olympiakos remontó un 40-29
con un parcial de 0-11 (40-41), el argumento de estas líneas y de muchas otras
sería bien distinto. Al César lo que es del César. Jaycee anotó 11 puntos de
manera consecutiva, con tres triplazos marca de la casa, para rescatar al
Madrid de la más oscura depresión en la que había entrado rememorando viejos
fantasmas del pasado (51-44).
A partir de ahí el
Madrid no se dejó atenazar por los nervios y esperó el momento en el que a
Olympiakos le flaquearon las fuerzas para coronarse campeón de Europa de una vez
por todas, obteniendo la segunda mayor diferencia de puntos (19) en la historia de las finales de la Copa de Europa (78-59).
La historia y el
deporte, aunque no entienda de romanticismos, le debía una Euroliga a jugadores
como Nocioni y Felipe Reyes, pero sobre todo a un equipo que ha jugado como los
ángeles durante estos tres años, gracias a Pablo Laso, y que merecía terminar
de pintar su Capilla Sixtina con este título de la Euroliga.
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