David Thompson y Julius
Erving fueron los primeros Michael Jordan antes de que existiera este. Ambos
pusieron patas arriba la NBA con sus mates imposibles y jugadas espectaculares
por encima del aro. Y su imaginación a la hora de encarar el aro y salir airosos
de cuantos defensores les salían al paso en el aire convirtieron en realidad
los sueños más inimaginables de los amantes del baloncesto.
El 11 de mayo de 1980
el ‘Dr. J’ realizó una jugada que pasó a los anales de la historia no solo
de la NBA, sino de este maravilloso deporte, y que fue denominada como “The Baseline Move”. Transcurría el
cuarto partido de las Finales de la NBA entre los Sixers y los Lakers con
ventaja para los de Magic por 2-1 en la eliminatoria, y los 18.276 espectadores
que abarrotaban las gradas del Spectrum de Philadelphia quedaron anonadados con
la canasta de su jugador fetiche.
La jugada comenzó en el
lado derecho con la marca de Mark Landsberger sobre Julius Erving, y este
rebasó la defensa del jugador de los Lakers encarando la
línea de fondo. De repente Abdul-Jabbar salió al paso del Dr. J con la
esperanza de frenar su vuelo, con un tapón o una falta, pero en ese preciso instante
nuestro protagonista cambió la posición de su cuerpo con un gran escorzo que le
dejó sin ángulo por detrás del tablero, haciendo intuir que la jugada podría morir
ahí. Sin embargo, las milésimas de segundo que le permitían mantenerse en el
aire cuando sus defensores empezaban a bajar, le concedió el resquicio
necesario para realizar un pequeño desplazamiento de su cuerpo hacia la
izquierda y encontrar el hueco necesario para que su brazo derecho terminará de
realizar ese sublime aro pasado.
La multitud del
Spectrum se quedó atónita ante lo que sus ojos acababan de ver, con unos segundos
de silencio para digerir esa preciosidad, que dieron paso a una
estruendosa algarabía.
“Ahí
estaba yo, tratando de ganar mi primer anillo, y me quedé boquiabierto.
¿Realmente hizo eso? ¿Debemos pedirle que lo haga de nuevo? Sigue siendo el
movimiento más grande que he visto nunca en un partido de baloncesto, el más
grande de todos los tiempos”, palabras de Magic
Johnson que definen lo vivido por un espectador de lujo que por aquel entonces
vivía su primera temporada en la NBA como rookie.
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