La temporada 1991/92
echó a andar con los Chicago Bulls como nuevos campeones de la NBA al conquistar su
primer anillo ante los Lakers unos meses antes. Ese nuevo status para la
franquicia de la ciudad del viento no impidió que ciertas voces pusieran en
entredicho el talento de Jordan al susurrar insistentemente que el mejor
escolta de la liga, y por tanto mejor jugador, era Clyde Drexler de
los Portland Trail Blazers.
Muchos expertos consideraban
que ‘The Glide’, apodo de Drexler, era un jugador más completo, asunto que lógicamente
debió molestar muchísimo a Jordan y a la primera oportunidad que se le presentó
dejó las cosas en su sitio, acallando esas voces que no paraban de azotar su
orgullo.
Esa temporada Chicago
firmó el mejor balance de la temporada con 67 victorias y 15 derrotas, y
Portland (el mejor equipo del Oeste) acabó con un registro de 57-25, así que lógicamente
sus caminos estaban predestinados a encontrarse en una hipotética final, como
así ocurrió.
Los Bulls se
deshicieron en primera ronda de playoffs de Miami por 3-0, en semifinales
sudaron de lo lindo para acabar con los Knicks (4-3), y en la final del Este
acabaron con los Cavs en seis partidos (4-2). Portland se vengó de la derrota
de la temporada anterior sufrida en la final del Oeste ante los Lakers al
derrotar a los angelinos por 3-1 en primera ronda, luego se pasearon ante los
Suns (4-1) y finiquitaron a los Jazz en seis partidos en la final del Oeste
(4-2). Por tanto, el duelo añorado por
los periodistas estaba servido, Jordan vs Drexler.
Michael llegaba como MVP de la temporada gracias a sus 30,1 puntos, 6,4 rebotes y 6,1 asistencias, y Clyde le hizo sombra con unos promedios estadísticos a la altura solo de los más grandes: 25,3 puntos, 6,5 rebotes y 6,7 asistencias, y bajo esas premisas el 3 de junio de 1992 se celebró el primer partido de la Final de la NBA en el viejo Chicago Stadium, en un choque en el que seguramente la voz competitiva de Jordan retumbaba en su mente y oídos por lo que él consideraba un desprecio hacia su talento y reinado.
Michael llegaba como MVP de la temporada gracias a sus 30,1 puntos, 6,4 rebotes y 6,1 asistencias, y Clyde le hizo sombra con unos promedios estadísticos a la altura solo de los más grandes: 25,3 puntos, 6,5 rebotes y 6,7 asistencias, y bajo esas premisas el 3 de junio de 1992 se celebró el primer partido de la Final de la NBA en el viejo Chicago Stadium, en un choque en el que seguramente la voz competitiva de Jordan retumbaba en su mente y oídos por lo que él consideraba un desprecio hacia su talento y reinado.
Para más inri, el
entrenador de los Blazers, Rick Adelman, ordenó a Drexler que flotara en la defensa
sobre Jordan, por miedo a su poder de penetración y menosprecio hacia su tiro
exterior, ya que por aquel entonces aún se le tachaba a ‘Air’ no poseer un buen
tiro de larga distancia. Digamos que fue un dos por uno en cuanto a afrentas.
Primero hacia los periodistas y expertos, y luego hacia el entrenador de
Portland por menospreciar su tiro.
Así que Jordan se puso
manos a la obra y ante tanto espacio empezó a encestar de tres como el que no
quiere la cosa, como si de bandejas se tratasen. Era un día de tantos en la
oficina para Jordan, con la salvedad de que en esa ocasión el guión era un
tanto diferente. En lugar de penetrar hacia el aro, Michael se dedicó a
encestar triples ante la ventaja que le estaba dando su rival, y de paso
acallar las bocas que le tildaban de mal tirador.
Uno, dos, tres, cuatro,
cinco y seis… Hasta seis fueron los triples anotados por ‘Air’ dejando para la
posteridad, tras su sexto enceste, un encogimiento de hombros mirando hacia
Magic Johnson, que comentaba el partido para la televisión, en un gesto del que
podía deducirse: “No puedo evitarlo,
estoy onfire, esta noche me entra todo”, en una frase que día sí y
día también se podía haber reproducido en cada partido del 23 por sus grandes
actuaciones sobre la pista a lo largo de su carrera.
Tal exhibición hizo que
todos se rindieran a la evidencia, Jordan era el más grande de todos y su
excepcional primera parte así lo corroboraba: 35 puntos con 6/10 en triples. Finalizando el partido
con cuatro puntos más, 11 asistencias, 3 rebotes y 2 robos en la victoria
aplastante de Chicago por 122-89, en un partido que pasó a llamarse 'The Shrug Game'.
Ese día Michael Jordan firmó un récord de la NBA que a día de hoy no ha sido superado en cuanto a
anotación se refiere. Sus 35 puntos son la cifra más alta conseguida en una
primera parte de una final, y sus 6 triples también fueron récord hasta que en
las finales de 1997 Scottie Pippen firmó 7/11, Kenny Smith hizo también 7/11 en las
de 1995 y Ray Allen 8/11 en 2008 con 7 de manera consecutiva.
0 comments :
Publicar un comentario