El pasado domingo
escribía sobre la sanción de la FIBA a nuestra selección, entre otros muchos
combinados nacionales, y hablaba del poder autoritario de dicho organismo al no
aceptar que los clubes de las mejores ligas europeas escojan jugar la Eurocup
en lugar de su Champions Cup, que a fin de cuentas es el mismo perro pero con
distinto collar, una competición características similares a la Eurocup de la
Euroliga.
Por muy increíble que
parezca, la opción del máximo estamento baloncestístico no fue otra que
sancionar a las selecciones de cada país que no se adhirieron a su competición
de plata. Se podría entender hasta cierto punto que su pataleta viniese dada
por quedarse sin su Euroliga, por perder la gallina de los huevos de oro cuando
parecía tocarla con la llena de los dedos, y vio como los grandes
clubes europeos prefirieron seguir en la Euroleague con una contraoferta de
última hora de Jordi Bertomeu, con unas condiciones muy semejantes a las que
ofrecía la FIBA.
Pues bien, el lío como es lógico está servido y ahora la FEB quiere pedirle cuentas a la Euroleague de dicha sanción por muy inverosímil que parezca. ¿Qué tiene que ver la Euroliga en todo este embrollo? Los clubes eligieron libremente la que estimaron mejor opción, y a eso se le llama democracia y libertad de expresión, guste o no a ciertos estamentos baloncestísticos.
La situación presentada
es muy compleja y en todo este circo todos quieren llevar la razón, señalándose
unos a otros. La FEB culpa la ACB y la Euroleague, la FIBA a la FEB, y la ACB
echa balones fuera agarrándose a que es libre de elegir que competiciones
europeas jugar.
La FEB aboga que no se
ha respetado el convenio de coordinación entre ellos y la Asociación de Clubes,
vigente desde el año 2012, en el que se recoge la prioridad de los clubes ACB
de participar en las competiciones FIBA. Y según comunicado oficial de la FEB,
el acuerdo de la Asamblea General de la ACB del cuatro de abril de 2016 no
respeta los pactos establecidos en el convenio de coordinación vigente entre
ambas partes: “La FEB y la ACB tratarán de consensuar las respectivas posiciones en
los organismos internacionales cuando versen sobre materias que afecten a la
Liga Profesional de la ACB… En cualquier caso, y en referencia a la
participación de los clubes ACB en las competiciones internacionales
organizadas por la ULEB y/o FIBA, ambas partes acuerdan que el orden
clasificatorio en la ACB será el criterio a seguir para la inscripción de los
clubes en las competiciones oficiales internacionales de clubs, favoreciendo
ACB el interés y participación de sus clubs en las competiciones FIBA”. A todo
esto hay que señalar que la ACB no puede, ni debe, impedir que los clubes
jueguen una competición privada organizada por la ECA (matriz de la Euroliga),
cuando se da circunstancia que desde 2004 hasta 2015 las relaciones entre esta
y la FIBA eran perfectas respetándose los acuerdos alcanzados entre ambos
estamentos.
Asimismo,
la Federación Española señala que la Asociación de Clubes no ha atendido a su
petición de documentación, fundamental para las alegaciones pertinentes a la
decisión de la FIBA Europa de suspender a nuestra selección de sus
competiciones. La FEB debería tener cristalino que es la FIBA quien pone en
peligro la participación de España en los torneos de selecciones, y enfocarlo
desde ese prisma que es real, y no desde la perspectiva que son otros los
culpables. Debería encaminar todos sus esfuerzos desde esta óptica: carta de alegaciones a FIBA Europa.
Para
la FIBA Europa la suspensión del acuerdo ACB & Euroleague es una condición
imprescindible para levantar la sanción a la selección española. No es
entendible ese empecinamiento por una competición que a priori no le reportaría
demasiados beneficios ni cache. ¿Acaso la Champions Cup con una final
Galatasaray vs Strasbourg le reportaría una gran audiencia, así como interés
mediático y unos beneficios cuantiosos? Quiero entender que hay algo más, que
no nos están contando para que la FIBA mantenga esa postura inflexible.
En la
carta que la FEB ha enviado a la Euroliga, insta a esta a que se abstenga de
suscribir contrato alguno con la ACB mientras no exista consenso entre la propia
Federación y la Asociación de Clubes, reservándose el derecho de iniciar
acciones legales en caso de hacer caso omiso a su petición. Y es ahí, a raíz de
esa carta, cuando la Euroleague responde: “La
FEB no tiene ninguna autoridad a la hora de aconsejar a la Euroliga sobre lo
que esta puede o no puede hacer. Ni es ni será nuestra responsabilidad el que
la FIBA, a través de prácticas ilegales y arbitrarias, decida sancionar a la selección
española de los Juegos Olímpicos de 2016 o cualquier otro torneo organizado por
ellos. Si esto ocurre, será responsabilidad exclusiva de la Federación proteger
y defender el derecho a participar que el equipo nacional masculino merece y
que se ha ganado brillantemente en la cancha”. Totalmente de acuerdo con la
exposición de la Euroleague, ¿De qué forma pretende la FEB emprender acciones
legales contra la Euroleague en caso de que la FIBA mantenga su sanción? ¿Qué daños
y perjuicios exigirían a la Euroleague? Lo dicho, toda esta historia está
enfocada mal por la FEB, que no quiere enfrentarse directamente con la FIBA
¿por miedo a posibles represalias de mayor índole?
Acabo ya,
con parte del comunicado de la FIBA lanzado en su día como justificación de lo injustificado: “Cualquier federación
nacional que apoye las prácticas ilegales de la Euroliga permitiendo que sus
ligas o clubes alcancen acuerdos con la Euroliga o con cualquier otra entidad
directa o indirectamente relacionada con ella, perderá automáticamente el derecho
a participar en competiciones de selecciones masculinas de categoría absoluta
organizadas por FIBA Europa”. Si la Euroliga ha realizado prácticas
ilegales, que las señalen alto y claro, porque a día de hoy los aficionados aún
estamos esperando que nos expliquen cuales son.
Insisto una vez más, señores de la FIBA cambien su eslogan “We Are Basketball”, ¡ustedes no son Baloncesto!
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