El domingo se daba a
conocer la designación de Xavi Pascual como mejor entrenador de la fase regular
2015/16. El premio, otorgado por la AEEB en base a unos criterios estadísticos,
premia al entrenador que más puntos ha logrado durante las 34 jornadas de la
Liga Regular, distribuidas mes a mes. Se valoran las victorias obtenidas, si
fueron como local o visitante, la clasificación que ocupan los rivales y la
diferencia final en el marcador.
Sobre el papel eso
queda muy bonito, que es lo mismo que decir que se es políticamente correcto
con tal designación. Se crean unas reglas en las que el 99% de las veces el
entrenador del primer clasificado será designado como el mejor del año. Pero
quiero otro tipo de reglas, otras en las que haya que mojarse mucho más, en las
que haya su pimienta y sal, su polémica, su debate… En definitiva, que no sea
el primero quien se lleve el gato al agua y por consiguiente se quede muy
contento del premio recibido porque ha quedado en lo más alto, que tiene su
mérito, pero en menor medida. Con plantillas como la de Madrid o Barça es una
exigencia del guión el quedar primero y no tiene tanto mérito el acabar en
primera posición. La calidad, fondo de armario y los euros se acaban
imponiendo, no siempre, pero es así.
Quiero decir con esto
que es fácil y sencillo que Madrid y Barça se alternen en dicha posición
temporada tras temporada tras la crisis que azotó, y azota, a este país. Atrás
quedan los años de Unicaja, Baskonia y demás equipos que se posicionaban en lo
más alto de la tabla y en los últimos años hemos visto como Pascual y Laso se
alternaban el galardón.
Para más inri, no
podemos olvidar que el Barcelona estuvo buena parte de la campaña a la sombra
de un excelso Valencia Basket, que en las últimas jornadas se desinfló
incomprensiblemente (perdió 6 de sus últimos 15 partidos), y que el 3+1 de
Doellman en el Palau ante el Madrid tiene dos lecturas: propició salvar el
basketaverage particular con los blancos y de ahí que a pesar de quedar
empatados al final de la fase regular sea el Barça quien acabe primero. Y
segundo, que al quedar el Madrid (ganó sus últimos diez partidos ACB) relegado
a la segunda posición de la tabla, Laso ha perdido el título a mejor entrenador
del año. Así que el premio a mejor coach se resume a una simple jugada, así de
injusto está montado este tinglado. Y ojo, que si Laso hubiese resultado el
vencedor estas líneas hubiesen sido escritas en el mismo tono de crítica.
Me hubiese gustado un
galardón donde los aspirantes al trono hubiesen sido: Katsikaris (UCAM Murcia),
Perasovic (Baskonia), Pedro Martínez (Valencia Basket) y Cuspinera
(Fuenlabrada). Entrenadores que con escasos mimbres, en algunos casos, han
realizado una temporada sobresaliente. UCAM jugará por primera vez en su
historia los playoffs, después de perder a Lima a mitad de temporada tras su
fichaje por el Real Madrid y encadenar cinco victorias consecutivas en el tramo
final de temporada. Fuenlabrada, cuya liga es evadir el descenso (no quiero que
se ofendan sus seguidores por ello), no solo ha salvado los muebles de manera soberana,
sino que se ha colado en las eliminatorias por el título de manera más que
merecida. Baskonia, tras unos años convulsos, ha vuelto por la senda correcta
de la mano de Perasovic y prueba de ello es su clasificación para la Final Four
de la Euroliga, amén de la cuarta plaza conquistada tras varios años logrando
clasificarse para los playoffs de manera agonizante. Y por último el Valencia
Basket de Pedro Martínez, que durante muchos meses de competición fue la envidia
de todos y practicó un juego sobresaliente. Se llegó a soñar con un término de
fase regular comandado por los taronjas, aunque finalmente se truncó de manera
inexplicable.
Dicen que donde hay
patrón no manda marinero, y a las aficiones de los entrenadores perjudicados no
les queda otra que pensar que esto solo ha sido un mal sueño de verano y que
algún día el sistema elegido por la AEEB será cambiado por uno más acorde a las
circunstancias, derogando el políticamente correcto, si bien es cierto que no
lo es tanto si nos atenemos a los hechos. Tras más de trescientos partidos de
fase regular el premio lo declinó Doellman y su triple. Triste muy triste.
Todos los años es la misma movida, deberían premiar por el rendimiento del equipo acorde con lo que se espera de él, pero siempre votan al que gana la fase regular... Pero bueno, el debate a mi es mas dañino cuando hablamos de los mejores quintetos del año, donde hay mvps de varios meses que no entran en ninguno de los dos quintetos que se hacen...
ResponderEliminarFue sangrante el año que se lo dieron a Felipe Reyes en detrimento de Panko
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