Echando la vista atrás
siento nostalgia, mucha nostalgia, al recordar a la España de Corbalán, Epi,
Fernando Martín, Romay y compañía consiguiendo la plata de Los Ángeles 1984
ante los imberbes Michael Jordan, Pat Ewing, Chris Mullin, Perkins... Siento
melancolía al rememorar aquellos duelos fratricidas bajos los aros de Audie
Norris y Fernando Martín, en una lucha sin cuartel por ganar un centímetro en
la pintura. Siento añoranza al acordarme de aquel mate de Arvydas Sabonis en el
torneo de navidad del Real Madrid con el que literalmente hizo añicos el
tablero y que me dejó boquiabierto durante un buen rato. Siento añoranza al
revivir los momentos en los que Drazen Petrovic destrozaba al Real Madrid
cuando vestía la camiseta de la Cibona, así como los instantes en el que el mismo Drazen aupó al Real Madrid a la Recopa en un duelo de pistoleros ante
Schmidt Becerra… Siento tristeza al echar la vista atrás al rememorar aquel
baloncesto de los 80 y principios de los 90, el de mi infancia, porque aquellos años simplemente fueron maravillosos.
¿Mejor aquel baloncesto
que el actual? cuestión de gustos. A pesar de que hoy en día es más físico,
rápido, dinámico y táctico, no lleva implícito mayor talento de los jugadores,
o mayor calidad en el juego. Quizás haya mejores jugadores por cantidad que no
por calidad. Los equipos son ahora más “amarrateguis”,
queriendo que el rival anote un punto menos que ellos, en lugar de ir a
buscar más anotación más que el rival.
El punto de inflexión
del baloncesto defensivo vino de la mano de aquel Limoges campeón de la
Euroliga en 1993, donde Boza Maljkovic se sacó de la chistera el baloncesto
control y defensivo haciendo buen uso de los recursos limitados de los que
disponía. Ese maldito día el baloncesto dio un vuelco y empezó a ir en una
dirección totalmente opuesta de lo que siempre debió ser: el talento siempre por encima de los sistemas y el encorsetamiento táctico.
Hoy en día el base ha
dejado de dirigir, pensar y actuar libremente sobre el parquet y son meros
robots en manos de sus entrenadores. Los ‘coach’ constantemente les marcan la
jugada a seguir desde la banda, de ahí “el
base es la extensión del entrenador sobre el parquet”, ¿no?
Los pívots son menos
pívots desde que empezaron a alejarse de la pintura y fueron evolucionando en
su juego para convertirse, en muchos casos, en consumados tiradores. En vías de
extinción y como especie protegida nos encontramos con cuentagotas con algún pívot
jugando de espaldas al aro y con un buen movimiento de pies. ¡Maldito invento
el dejar a un lado el juego al poste! ¡Maldito invento el no aunar ambos
arsenales en los interiores actuales!
El baloncesto en el
viejo continente ha sufrido una ¿involución? durante estas últimas décadas que
lo hace peor en algunos aspectos. Incomprensible por otra parte con la cantidad de
medios con los que se cuentan hoy en día para poder mejorar nuestro deporte.
Echo falta el juego al
poste bajo, los contraataques, los ganchos, los tiros a tabla, el utilizar los
triples solo como un recurso y no como el RECURSO, el no empezar el juego desde
el poste bajo con los pívots y a partir de ahí inventar, los bases que primero
pensaban en la asistencia, las luchas titánicas de los interiores por hacerse
con la posición, la permisividad arbitral ante los contactos…
Tampoco me olvido de
aquella ACB mística con equipos como el CAI, Estudiantes, Joventut, Fórum, etc.
que siempre estaban dispuestos a dar mucha guerra a los consabidos Madrid y
Barça. Sin pasar por alto nombres como Cacaolat, Grupo IFA, Clesa y Juver que ponían su pimienta
con algunos otros un poquitín políticamente incorrectos (Licor 43 y Ron
Negrita). Era una liga donde solo jugaban dos extranjeros por equipo, ¡pero qué
extranjeros, señoras y señores! Eran los que marcaban diferencias en sus
equipos y no como ahora. Winslow, Pinone, Norris, Russell, Magee, Hall, Lavodrama,
Petrovic, Sabonis, Corny Thompson, Kenny Green, Middleton, Rivas, George
Gervin, Arlauckas, Elmer Bennett… Y en la que el triple, instaurado en 1984,
solo se utilizaba como recurso sin más donde Epi, Sibilio, Margall, Biriukov y
algunos otros fueron sus primeros especialistas.
Añoro aquel baloncesto,
añoro todo aquello, y me aferro a ello gracias a youtube, artículos y cualquier
otra cosa que me sirva para rememorar aquella época. Si bien es cierto que
también disfruto de este baloncesto de hoy en día, no me hace tilín la táctica
“que nos metan un punto menos”, cuando a fin de cuentas la esencia siempre será
la misma aunque no quieran reconocerla: ¡Meter más canastas que el rival! Eso,
señoras y señores, no hay entrenador o entendido que pueda cambiarlo.
Con lo de los pivots, de acuerdo. Pero es algo lógico. Los aleros son más fuertes y atléticos y hay que dejarles sitio, y los pivots tienen más movilidad. Y con lo de amarrateguis... No sé... Pon un partido de entonces y pon uno de ahora. Lo que son ahora es mucho más fuertes
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