Esta historia comienza
a principios de diciembre de 1984 en el aeropuerto de Barajas. Lolo
Sainz analizaba el comienzo de la competición de la liguilla final de la
vigésima octava edición de la antigua Copa Europa para los periodistas allí
presentes: “Vamos a por la victoria, está
claro. Estimo que la Cibona será la clave de la clasificación para la final de
Atenas. Quien no logre ganar en Zagreb estará prácticamente eliminado de la
competición. Si perdemos en Zagreb, ¿dónde podemos ganar a
domicilio? ¿Quizás en Roma, Bolonia, Moscú o Tel-Aviv?”, seguramente
aquellas palabras martillearon al gran Lolo durante aquella temporada cuando
menospreció al campeón yugoslavo, la Cibona de Drazen Petrovic.
Sainz se equivocó en
sus predicciones. El Real Madrid no solo no fue capaz de doblegar a la Cibona
en el Palacio de Hielo de Zagreb, sino que además tampoco consiguió vencer en
su propia pista al equipo de Drazen. Pero ganó en Roma, Bolonia y Moscú, y de
esa manera obtuvo el billete para la gran final de Atenas ante precisamente la
“cenicienta” de la competición, la Cibona. Un equipo que dos años antes habían
finalizado la liguilla de la Copa de Europa últimos con un balance de cero
victorias y diez derrotas. Pero ahora la historia era bien distinta, los
yugoslavos eran lobos con piel de cordero.
Era un jueves seis de
diciembre cuando en la primera jornada de la liguilla, la Cibona
se impuso al Real Madrid por 99-90. Los “lobos azules” pronto consiguieron una cómoda
ventaja (28-16), que el Madrid logró neutralizar al descanso (43-43). Nakic,
“la araña”, tenía cuatro faltas personales y todo apuntaba a que el Madrid
podría ganar con facilidad tras el descanso. Pero entonces conocieron de
primera mano quien era aquel diablo de pelo rizado que portaba el dorsal número
10. Drazen Petrovic comenzó su particular ‘show’ con algún que otro quiebro
marca de la casa en los minutos finales a Del Corral e Iturriaga. A este último
lo ridiculizó al pasarle el balón por entre sus piernas y hacerle caer al suelo
con una finta. Finalizó el partido con 44 puntos, 29 de ellos en el segundo
tiempo, y 18/20 en tiros libres, prueba irrefutable de que no pudieron
frenarle.
Al finalizar el partido y camino de los vestuarios Fernando Martín se acercó a Petrovic. Unos dicen que a estrecharle la mano, otros que a dejarle un 'recadito'. Nadie sabe exactamente lo que ocurrió entre ambos, lo cierto es que Drazen le escupió en el rostro a Martín, y este corrió tras el croata que se refugió en su vestuario sin que Fernando pudiera darle 'caza'.
Al finalizar el partido y camino de los vestuarios Fernando Martín se acercó a Petrovic. Unos dicen que a estrecharle la mano, otros que a dejarle un 'recadito'. Nadie sabe exactamente lo que ocurrió entre ambos, lo cierto es que Drazen le escupió en el rostro a Martín, y este corrió tras el croata que se refugió en su vestuario sin que Fernando pudiera darle 'caza'.
(Foto: Endesa Basket Lover) |
(Foto: Endesa Basket Lover) |
La expedición blanca
encajó muy mal aquella derrota, y con Lolo Sainz a la cabeza las quejas no se
hicieron esperar al finalizar el partido:
-
“El
arbitraje fue pésimo, fatal. Nos destrozó aquel suizo, Pasteris”.
-
“¿Pasteris?”
–pronunciaban con sorpresa los periodistas- “¿Y Petrovic, nada?”
-
“Si,
es una gran jugador… pero también un
payaso”, replicó Sainz.
No debió pronunciar
aquellas palabras Lolo Sainz, puesto que aquel ‘payaso’ las guardaría para sí y
utilizarlas posteriormente como motivación extra en el partido de vuelta y preparar su
particular ‘vendetta’. El excepcional juego practicado por los yugoslavos fue
ignorado por completo y se dejó a un lado las verdaderas causas de la derrota,
utilizando como coartada el arbitraje casero y la presión ejercida por los
aficionados asistentes al partido.
“El
Real Madrid es muy popular en mi país, y fue el único equipo aplaudido en la
cancha de Zagreb. Pero algunos periodistas españoles prefirieron exagerar lo
acontecido en el partido de ida para calentar el ambiente de cara al encuentro
en Madrid”, manifestaba Drazen tiempo después.
De hecho, el Madrid y
su entorno continuaron menospreciando a los de Zagreb, un equipo que contaba
con cinco de los ganadores de la medalla de bronce en las Olimpiadas de Los
Ángeles (Alexandar Petrovic, Nakic, Knego, Vukicevic y el propio Drazen), y que
tenía un solo objetivo, demostrar a Europa que eran los nuevos jefes del
cotarro, que era su momento, el de reinar en el viejo continente.
Sin embargo, en el partido
de vuelta, parecía que la venganza iba a consumarse. El quinteto del Real Madrid
(Corbalán, Iturriaga, Jackson, Martín y Robinson) realizó unos primeros minutos
magníficos con un 22-8 en el minuto siete. Pero Petrovic y compañía no tenían
prisa, esperaban su momento, y poco a poco fueron reduciendo la ventaja hasta
consumar la remontada en los primeros minutos de la segunda parte. A partir de
ahí fue “un quiero y no puedo” de los jugadores de Lolo Sainz (76-87, minuto 36),
que remaron para morir en la orilla (87-89) sin poder aprovechar la eliminación
de Drazen (35 puntos) por cinco faltas.
Fue la tercera victoria
de un equipo yugoslavo en la cancha del Real Madrid. Anteriormente solo
Estrella Roja en 1973 y Bosna en 1981 habían conseguido vencer en el feudo
madridista. Por tanto, fue una brillante actuación de toda la “orquesta” de
Zagreb que eliminó todo tipo de excusas y coartadas que el Real Madrid pudiera
buscar.
Petrovic vs Fernando Martín en el partido de vuelta en Madrid, el 31.01.85 (Foto: archivo ACB). |
“Esperábamos
una Cibona fuerte, pero no tanto. Nos
superaron incluso en el rebote”, declaraba un Lolo Sainz
desolado.
“Drazen
Petrovic es excepcional, podría jugar en la NBA”
admitía Wayne Robinson.
Mientras tanto, corría
la fiesta en el vestuario yugoslavo: “¿Os
acordáis? Dije que ganaríamos por dos puntos” reía Drazen Petrovic.
La Cibona me mostró
inexpugnable en su cancha al no perder ni un solo encuentro, ganando en Madrid
y Moscú, en el partido decisivo para la clasificación de la gran final de
Atenas. Drazen dio recitales en todas las canchas y por ese motivo el periodista
Enrico Campana de “La Gazzetta dello Sport” lo apodó como “El Mozart del Baloncesto”.
Pues aquel “Mozart” y
su afinada orquesta volvieron a tomarle la medida al Real Madrid por tercera
vez consecutiva en cuatro meses. Fue el día 3 de abril de 1985 en el Palacio de
Deportes de la Amistad y la Paz en Atenas. Lolo Sainz quería disimular el 0-2
recibido por los yugoslavos en la liguilla, pero tampoco la Cibona quería
relajaciones y menospreciar a un rival con carácter ganador.
“¿Cómo
parar a Drazen? Hay que jugar muy bien y rezar a Dios”
declaraba Sainz medio broma, medio en serio en la rueda de prensa previa al
partido.
Pero Dios no oyó sus
plegarias y prefirió tomar asiento en primera fila para deleitarse con el
recital de Drazen Petrovic y su Cibona. Ante 16.000 espectadores (3.500
yugoslavos y 4.000 madridistas aproximadamente), el Madrid aguantó como pudo la
primera mitad, 39-38 para Cibona, para ser devorados por una mamada de lobos
hambrientos en la segunda con parcial de 20-4 en ocho minutos (81-63),
asegurando el título minutos antes de finalizar el partido, que terminó con
87-78.
Lolo Sainz lo intentó
todo, pero comprendió que estaba ante el mejor equipo de Europa y que las
excusas, tácticas y demás ocurrencias estaban de más. Había que claudicar y
felicitar el campeón: “Hemos intentado
todo, pero no hemos dispuesto de armas para frenar a un rival así. La maestría
de Petrovic y de sus compañeros no la hemos podido contrarrestar. Les felicito”.
“No
podríamos ganar partidos sin los rebotes de Nakic, sin los tapones de Knego,
sin los triples de Alexandar… Yo solo no podría ganar la Copa de Europa,
soy afortunado al tener a mi lado un gran equipo”
explicaba Drazen anteponiendo al equipo a su gran actuación personal al
finalizar con 36 puntos.
No fue el fin de la
racha de derrotas ante la Cibona, más bien un punto y seguido. El 17 de enero
de 1986 la Cibona visitaba de nuevo la cancha del Real Madrid con el cartel de
favorito, y lo demostró con creces tal como reflejó el marcador final (91-108).
Fue una de las derrotas más graves del Real Madrid en competiciones europeas
hasta entonces, y pudo ser aún mayor (75-100) si los jugadores blancos no
hubiesen maquillado el resultado en los minutos finales.
Petrovic con la primera Copa de Europa conquistada (Foto: Drazen Petrovic Museum). |
“Petrovic ridiculizó al
Madrid”, “Un genio, mil complejos”, “Petrovic irritante, pero milagroso”, “Imparable
Petrovic”, “Recital de Drazen Petrovic”, “Petrovic, verdugo del Real Madrid”…
Fueron algunos de los titulares de la prensa española ante los 49 puntos
anotados por “Mozart”.
“Volvimos
a tener la pesadilla Petrovic. Habíamos preparado todo para frenarle esta vez,
pero hemos caído en nuestra propia trampa. Ya no sé qué hacer, que táctica
escoger para neutralizarle”, manifestaba Sainz tras
el partido.
Casi dos meses después,
el Madrid volvió a ser derrotado por la Cibona 88-81 perdiendo así toda
posibilidad de clasificarse para la final de la Copa de Europa de ese año. Los
43 puntos encestados por Drazen fueron claves otra vez.
De todos aquellos
enfrentamientos, más los que vinieron después, Drazen finalizó con una media de
41,4 puntos frente al Madrid, ahí es nada. Fue entonces cuando los blancos
hicieron bueno aquello de “si no puedes vencerle, únete a él” y concretaron su fichaje el 27 de octubre de 1986, pudiendo Lolo Sainz respirar de una vez por
toda al saber que “Mozart” se vestiría de blanco dos años más tarde.
Gran artículo. El partido del 91-108 fue el primero que vi en directo en mi vida, con 13 años. Guardo en mi memoria como un recuerdo imborrable la exhibición descomunal de Drazen en aquel partido. Era el amo absoluto del escenario y disfrutaba aún más con los ambientes caldeados. Una época inolvidable del baloncesto europeo. DEP genio.
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