“La
fuerza un guerrero depende del tamaño de su corazón”,
y ahí nadie puede compararse con el Real Madrid de Pablo Laso. El corazón de “los
chicos”, como a él le gusta llamarles, es tan grande como el escudo que portan
en sus camisetas, es un corazón curtido en mil batallas comandadas por los
viejos roqueros, esos que nunca mueren, y no son otros que los Llull, Carroll y
Rudy. La vieja guardia pretoriana, esa que aún perdura desde el 2011 cuando
llegó Laso, y que siguen dando coletazos de sabiduría y saber estar cuando el
sol más calienta.
Porque a fin de cuentas
esto es un deporte para inteligentes, para aquellos que tienen un IQ
sobresaliente, y aunque cada vez más prime el físico sobre el intelecto, la
clase o la calidad… la experiencia de este Real Madrid es un grado, como diría
aquel, y para ganarle una guerra, o más bien la guerra de guerrillas que se
producen en cada partido o eliminatoria, tienes que sufrir lo indecible, lo
impensable y estar dispuesto a luchar hasta el último segundo, hasta que no te
queda nada más que dar.
Y eso es lo que precisamente
le ocurrió al Efes, claro favorito para ganar la Euroliga, que
se les prometía muy felices en su llegada a Madrid y que pecó de exceso de
confianza, creyendo que Laso daría por bueno el haberse clasificado para el
Top8 y servir en bandeja el 3-0 o 3-1 y quejarse a los cuatros vientos de la
falta de cuatro de sus jugadores titulares (Campazzo, Deck, Randolph y
Tavares). Pero no, esto es el Real Madrid y no valen ni las excusas, ni los
pretextos, al menos desde que Laso ocupa el banquillo. El técnico vitoriano,
acostumbrado a remar a contracorriente en muchas ocasiones, ha dotado a este
grupo de carácter, competitividad y de una confianza inusitada que desprenden
cada vez que vienen mal dadas, y nos dan un zasca en toda regla cuando dejamos
de creer en este equipo.
Laso supo paliar la
baja de Tavares, con movimientos tácticos interesantes. Como tejer una tela de
araña con una zona, que cortocircuitó a los turcos en los últimos minutos del
tercer choque (parcial de 16-0), o utilizar a Rudy Fernández como falso cuatro
(ante la lesión de Thompinks ¡otra más!), en el cuarto choque que sirvió para
endosar en los últimos diez minutos un parcial de 23-4, encontrando en cada
partido un protagonista diferente. Llull en el tercero con 22 puntos y 7
asistencias (ayer mal en anotación pero repartió 8 pases de canasta), y Carroll
en el cuarto con 20 puntos, siempre bien secundados en ambos partidos por el
multiusos Abalde, que no solo secó a Simon, sino que asistió, raboteó y anotó (vital
su triple a falta de 1:50 que puso el 74-73).
Mención aparte, y la
principal razón por la que el Madrid sigue soñando con la Final Four, para
Garuba. Que escenifica a la perfección el corazón de un guerrero, y que dejó su
mejor partido como madridista en el choque más importante de la temporada, cuando
el Madrid se jugaba el ser o no ser europeo (jugador más joven de la historia
de la Euroliga en acabar un partido de playoffs con 30 de valoración).
Usman cuajó una
actuación digna de la NBA, para aquellos que dudaban de si estaba preparado o
no para hacer las Américas. Firmó un doble-doble (24 puntos y 12 rebotes), dejando
sensación de dominio absoluto de ambas zonas, y mostrando todas las cualidades que
requiere hoy en día un interior moderno: atlético, rápido, intimidador, capaz
de emparejarse con Larkin en los mismatch y robarle la cartera, tirar de tres,
rebotear… En definitiva reunir lo mejor de Tavares, Kyle Hines y Thompkins por
ejemplo.
En el partido más importante de la temporada para el Real Madrid @destusman1 ha desatado toda su furia bajo los aros 24 pts + 12 rebs y 30 de valoración.
— Juanpe (@NunezJuanpe) April 29, 2021
Por jugadas defensivas cómo esta lo quieren en la NBA
Habrá 5° partido ‼️#Euroleague
pic.twitter.com/GHdxFZSbQO
En palabras del propio Laso: “estamos a tres partidos de ser campeones”. Visto lo visto, que nadie descarte el aviso de Don Pablo. A buen seguro será una frase que repetirá una y otra vez a los chicos estos días.
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